sábado, 5 de marzo de 2016

ODISEA EN AMÉRICA (EPISODIO #83)


Había dormido demasiado. Sofía anunciaba que la mesa estaba servida. Se oían los maullidos de Astor. Anochecía. La oscuridad invadía los recovecos del dormitorio. Desde la ventanilla no se veía otra cosa que negrura. También se oía el chirrido de unos grillos. Me sentaba en la cama, viendo como Sofía preparaba la mesa a la luz de unas velas que aparentemente había conseguido. Bostezaba, estirando los brazos. Finalmente erguía el cuerpo. Deslizando las manos sobre las paredes del pasillo me iba acercando. En la mesa había dos platos, con choclos hervidos. Eran lo suficientemente voluminosos como para alegrar a cualquier aldeano. También había una botella de plástico con agua hasta el pico. Dos vasos de acero le ofrecían compañía. No había utensilios. Tomaba asiento en la banqueta más próxima a la puerta. Ella, en cambio, se sentaba a mi lado derecho, de espalda a la cocina. Frente a nosotros había otra ventanilla. Estaba cerrada. Era de mayor tamaño que las instaladas en el dormitorio.