domingo, 27 de marzo de 2016

ODISEA EN AMÉRICA (EPISODIO #117)


El cuerpo sin vida se iba marchando. Tal vez había llegado para mostrar la realidad con desgarro. Mi cabeza era un pandemónium: ¿estábamos solos? Si el cuerpo flotante estaba putrefacto, ¿en qué momento había expirado? Al igual que nosotros, ¿había más gente luchando? ¿Quiénes habían comandado la flota de drones? Estaba desolado. Simultáneamente preocupado: yo también podía flotar en aquel arroyo, destripado. Sofía y el gato seguían reposando. Tenía que hacer algo. Cualquier cosa menos echarme en el pasto. La puta madre, me sentía angustiado. No hallaba sosiego para mi ánimo. Caminaba en círculos, moviendo los brazos como un pájaro. Para mi desgracia no me elevaban ni un centímetro. Estaba delgado pero tampoco era un espárrago. Las misteriosas hojas verdosas, enterradas en el campo contiguo, me remontaban a tiempos lejanos. Cual navegante sin su brújula andaba desorientado. Encima me sentía indefenso. Recordaba la acacia negra para recibir un poco de consuelo.