miércoles, 23 de marzo de 2016

ODISEA EN AMÉRICA (EPISODIO #111)



El pájaro metálico se estaba elevando, impidiendo que mis manos sudadas pudiesen agarrarlo. Ni siquiera brincando lograba rasguñarlo. Retrocedía. Corriendo con ligereza buscaba sorprenderlo con un nuevo salto. Mis esfuerzos eran en vano. El gato seguía maullando. Colgado boca abajo sacudía sus patas delanteras para todos lados. Me sentía un nabo. El drone conseguía burlarse de mis desesperados esfuerzos para atraparlo. Por momentos descendía pero cuando levantaba los brazos escapaba de mis manos. Me estaba hartando. No podía ser paciente, el aparato me tomaba por zángano. De pronto liberaba el gato. Como regalo del cielo caía en mis manos. Sano y salvo, me arañaba los brazos. Créase o no, el aparato se mantenía estático. Esa cosa no hablaba pero yo intuía que me decía: “listo, ahí tenés a tu gato, tan sólo quería divertirme un rato”. Estupefacto, me quedaba contemplándolo. Tenía que regresar al alambrado. Increíblemente el drone seguía mis pasos. No atacaba, la intuición me sugería que podía ignorarlo, caso contrario no me hubiese entregado a Astor.