lunes, 21 de marzo de 2016

ODISEA EN AMÉRICA (EPISODIO #109)


Sofía seguía descansando. Era muy temprano y encima estaba roncando. Respirar con dificultades mientras se duerme también es cosa de solteras hermosas. En cambio el caballo se había metido en el arroyo. Y Astor no estaba. Un sonido extraño llegaba desde algún lado. El aleteo de una cosa recortaba el silencio del campo. No cesaba. El cielo azulado auguraba un día precioso, al menos en lo que concernía al estado del tiempo. Con las manos en los bolsillos me acercaba al caballo. Al llegar a la orilla expulsaba un escupitajo. La saliva comenzaba a distanciarse con la lenta corriente del arroyo. Mis zapatillas se estaban embarrando. Me importaba un carajo, había cruzado el arroyo en dos ocasiones y mi calzoncillo estaba todo empapado. En esos instantes oía un maullido. Y luego otro. La voz felina provenía del mismo sitio desde donde seguía arribando el sonido extraño. Curiosamente el drone abandonado en el poste del alambrado se había ausentado.