sábado, 19 de marzo de 2016

ODISEA EN AMÉRICA (EPISODIO #105)


Amanecía. El cielo estaba limpio. Entre fétidos bostezos erguía el esqueleto. Sofía seguía dormida. El gato había desaparecido. Con el estómago vacío inspeccionaba las proximidades del puente. El arroyo era estrecho. ¿Dónde estaba el caballo? Después de todo era libre. Caminaba. El pastizal mojaba mis medias. No se oían chirridos. Repentinamente tropezaba, algo me había tirado al suelo. Para mi bienestar me funcionaban los reflejos. En el pasto hallaba un objeto. Arrodillándome en la superficie lo palpaba con las manos. ¡Era un drone! Preso del pánico me arrastraba como una víbora acechada por un peligro. Mi corazón latía más fuerte. Encima me había mordido la lengua. Nuevamente estaba en presencia de un aparato perverso. Su indeseada aparición despertaba los recuerdos: “mi casa, el exilio, Rita y una ausencia que todavía no entiendo, el sótano, la destrucción de mis pertenencias, esas porquerías jodiéndonos la existencia”. Estaba incrédulo. ¿Qué hacía esa cosa en medio del campo? No se movía. Estaba indefensa. Tal vez destruida. Cogía una piedra. La lanzaba. Su carcasa estaba intacta pero el aparato no respondía. Precavido, acortaba distancia. ¡Te odio con toda mi alma pero esta vez te llevo conmigo!, le susurraba con rabia mientras lo agarraba con fuerza.